Descubra la tecnología, las aplicaciones y los problemas éticos de los deepfakes, desde el entretenimiento hasta la desinformación. Conozca las soluciones de detección e IA.
Los medios sintéticos creados con técnicas de aprendizaje profundo se conocen como deepfakes. El término es un portmanteau de "deep learning" (aprendizaje profundo) y "fake" (falso), y se refiere a vídeos o grabaciones de audio en los que el parecido y la voz de una persona se sustituyen por los de otra, a menudo con un alto grado de realismo. Esto se consigue entrenando una red neuronal con grandes cantidades de imágenes y vídeos existentes de las personas objetivo para aprender y replicar sus expresiones faciales, gestos y patrones de habla.
La generación de deepfakes se basa principalmente en dos conceptos clave del aprendizaje automático: las redes generativas adversariales (GAN) y los autocodificadores.
Aunque a menudo se asocia con usos maliciosos, la tecnología deepfake tiene varias aplicaciones legítimas y creativas.
El potencial de uso indebido convierte a los deepfakes en un importante problema ético. La tecnología puede utilizarse para crear noticias falsas convincentes, difundir desinformación política, cometer fraude y generar contenido explícito no consentido. Estos riesgos ponen de relieve la importancia de desarrollar principios sólidos para la ética de la IA y el desarrollo responsable de la IA.
Como respuesta, ha surgido un campo de detección de deepfakes que ha creado una carrera tecnológica entre la generación y los métodos de detección. Investigadores y empresas están desarrollando modelos de IA para detectar los sutiles artefactos visuales y las incoherencias que los algoritmos de deepfake suelen dejar tras de sí. Iniciativas como Deepfake Detection Challenge y organizaciones como Partnership on AI se centran en mejorar estas capacidades de detección para mitigar el impacto negativo de la tecnología. También existen herramientas a disposición del público, como Intel FakeCatcher, diseñadas para identificar contenidos generados. Aprender a distinguir si una imagen está generada por IA se está convirtiendo en una habilidad esencial en el panorama digital moderno.